jueves, 1 de mayo de 2014

LA ROMERÍA SE CULMINÓ DEJANDO SU MENSAJE

Con un tiempo de magníficas consonancias, y un pleno de romeros que ha aumentado respecto al pasado año, aunque hay aún un déficit aún respecto al bullicio que siempre se ha apreciado- los datos y la evidencia es clara, menos romeros-, la Romería de la Virgen de la Cabeza, ha vuelto a ser faro de una infinitud de ensueños consagrados. El Cabezo, donde se alza el Santuario de la Morenita, y del que desde el siglo XIII viene celebrándose, con muy pocas excepciones, año tras año, este acontecimiento de exaltación de la primavera, de la espiritualidad más orgánica del hombre, fue cúpula y cátedra de devoción entusiasmada; volvió a ser una frontera desbordada, una constelación de de plegarias humanizadas hasta el ápice.

Por un día la sierra se hizo altar y universo donde la Virgen de la Cabeza llevada por sus anderos, heridos de pasión, emocionados en un fragor materno se hizo vuelo infinito. Antes, el sábado, las cofradías fueron presentándose ante el camarín de la Morenita, culminando la nómina la cofradía matriz iliturgitana, repleta de símbolos, vivas y rango. En las casas de cofradías , en los aledaños del Santuario, las vivencias se multiplicaban y los sentidos no daban abasto para apreciar los mil matices que esta fiesta del último fin de semana de abril nos depara.

Muchas peñas y cofradías han dado un salto cualitativo en exhorno, acogida, ambiente, actuaciones, vivencia, calor humano; alguna que otra sigue anclada a suadocenamiento. Hay infinitas formas de hacer y sentir la Romería, aunque solo es una, eso sí con muchos flecos, ya sean muy humildes, ya de pasamanería fina. Actuaciones en directo, oraciones en común con salves turbadoras, encuentros y hospitalidad por todas partes, baile, comida y bebida compartida.

En el Camarín también muchos fieles pasando en un incesante cordón de sentimientos y jaculatorias avivados con la ocasión. Gaspar Parras, de Canal Romero, que se entretuvo en pasar la noche en el camarín descifrando la cifra, me cuenta que en la contabilización de este trasiego, un 85 por ciento eran jóvenes, algo a tener en cuenta y analizar en el bombo de los balances. El Rosario en la Plaza del Santuario y después una Vigilia en el mismo, en las horas de la madrugada, han tratado este año, lográndolo, mejorar uno, inaugurarse buscando un espacio de retiro en el fragor de la fiesta, la otra.

Y la Morenita, tras la eucaristía principal presidida por el obispo de la diócesis, volvió a cumplirse a sí misma, y acunada en sus anderos postineros, rompió los amarres de la realidad para trasladar a los muchos miles de romeros al zaguán del cielo. Los trinitarios Antonio Torres y Francisco Jesús Ferrer (éste por primera vez) consumaron la tradición de franquear sobre sus andas a la Reina de Sierra Morena, acercándole, en un ejercicio de equilibrio envidiable, a niños y prendas que los apiñados y emocionados romeros ofrecían.

Vivas, campanas al vuelo, pañuelos como palomas que saludan a la Aceituna Bendita. Historia y tradición que desde el siglo XIII se repite. Inauguración al paso de la procesión de nuevas casas de cofradía, como fue el caso de Huelva, o Carchelejo, y otras cofradías que eran cumplimentadas en el transcurso procesional por cumplir efeméride, caso de Córdoba o El Toboso, entre otras. Al regresar al templo, como en su salida, los acalorados vivas y apretones se sucedían.

La interpretación y la iconografía, dejaban entrever a quien intenta contemplar y sentir, las verdades, los anclajes seculares de una trasminación trascendente, que beber a lo largo de los siglos en el cáliz de la exhortación romera no es un acto de cánones impuestos. La Romería es un desbordado tsunami de convicciones, donde cabe mucho. Que la doctrina que imparte la Morenita es muy grande para unas solas anteojeras. Y si algo es esta fiesta es una fiesta donde reinan la tolerancia, el corazón que aquí vive instantes eternos de franqueza. Por eso es como es, yno caben encubiertos secularismos maniqueos, que puedan socabar los contrafuertes que hacen esta devoción inmarchitable, universal (en el más amplio sentido del término) y tan rotunda<br />en su esencia, no caben en ella.

Y hay un mensaje en la brisa oronda que ha acompañado los días romeros y que han dicho, de un modo u otro, algunos protagonistas, hasta se lo oí al obispo en la televisión. Quien tenga ojos para ver y verse, que actúe, si no la torre de babel seguirá su curso.

Fuente: Ideal Andújar

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