domingo, 5 de mayo de 2013

EL ASEDIO AL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA CABEZA Y LA DESAPARICIÓN DE SU IMAGEN: PARTE PRIMERA

ANTONIO EXTREMERA OLIVÁN 

RESUMEN: Fracasada la rebelión militar en la provincia de Jaén, un grupo de guardias civiles junto a sus familiares se instalaron en el santuario de la Virgen de la Cabeza. El paso de la mayor parte de los guardias de la Comandancia a la zona nacional, sembró la desconfianza de las fuerzas republicanas hacia las intenciones de los acampados en el cerro.
Se inició de este modo una campaña bélica que duraría más de siete meses y que estaría marcada por la desproporción de los medios empleados por el bando republicano para reducir a una población compuesta en su mayoría por mujeres y niños.
La posición fue tomada el 1º de mayo de 1937. Entre las consecuencias de este episodio de nuestra guerra civil se encuentra la pérdida de la imagen de la Virgen de la Cabeza que se veneraba en el santuario.
Este hecho quedó indisolublemente unido a los hechos vividos durante la contienda, dando
lugar a dos teorías irreconciliables sobre su paradero que aún hoy divide a los estudiosos y devotos de esta advocación.



EL SANTUARIO EN LOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA

El secular santuario de la Virgen de la Cabeza se encuentra situado a una treintena de kilómetros de la ciudad de Andújar, en pleno corazón de Sierra Morena. El edificio, de sólidos muros graníticos, se alza sobre un cerro desde el que se domina su entorno inmediato. Debido a la extendida devoción de esta advocación mariana y lo distante de cualquier núcleo poblacional, existían en sus inmediaciones una veintena de casas pertenecientes en su mayoría a las cofradías que asistían a la romería el último domingo de abril.

Tradicionalmente el recinto del santuario y sus dependencias habían sido administrados por el clero secular de la diócesis. Pero desde principios del siglo XX las fricciones entre los responsables del recinto y los devotos de la Virgen se hicieron continuas. Esto motivó en 1930 la decisión de don Manuel Basulto, obispo de Jaén, de entregar el recinto a una congregación religiosa, siendo designada la Orden de la Santísima Trinidad.

En la tarde del 11 de abril de 1930 llegaron a la ciudad de Andújar procedentes de diversos conventos trinitarios los religiosos que iban a participar en la toma de posesión del santuario. Al día siguiente, sábado
día 12, se realizó la ceremonia religiosa en el santuario a la que asistió el Ayuntamiento en pleno, sacerdotes y padres Paúles de la ciudad, el Hermano Mayor de la Cofradía, Ángel Bellido, numerosos diputados, cofrades y demás devotos de Andújar y pueblos comarcanos. Terminados los actos, quedaron como comunidad los padres Juan de la Santísima Trinidad, Félix de la Virgen y Regino de San José además de nueve estudiantes.


Entre los proyectos e iniciativas que realizaron los religiosos en sus seis primeros años de estancia en el santuario me voy a referir a dos de ellos que tuvieron especial incidencia en los hechos desarrollados durante la guerra civil.

Uno de los primeros problemas que debieron de solventar los trinitarios fue la adecuación del recinto del santuario para hacer posible la vida comunitaria. Los doce frailes de la nueva comunidad no podían residir todos en la cuarta planta del edificio, destinada hasta entonces a las dependencias de los custodios del recinto, por lo que tomaron además uno de los corredores de la hospedería para establecer en él sus aposentos. De este modo quedaban las dependencias de la comunidad divididas entre los pisos segundo y cuarto, con lo que no se conseguía la unidad deseada en la nueva residencia.

Esto ocasionó algunos problemas en la vida conventual, por lo que decidieron comenzar una ampliación del santuario por el este que continuase la crujía sur. El proyecto incluía la construcción de un claustro detrás de la sacristía que distribuiría una vez construido los lugares comunes del convento al mismo tiempo que serviría de expansión en los momentos de ocio.

Así pues, el 11 de enero de 1931 se llevó a cabo la ceremonia de bendición de la primera piedra para la ampliación por parte del obispo de la diócesis. El acto contó con la asistencia del arquitecto municipal de Madrid,Pedro Mateth, autor del proyecto. Las obras se fueron desarrollando con lentitud por la falta de medios y las dificultades que presentaba su ejecución, por lo que al iniciarse la contienda tan sólo se alzaban unas hileras de piedras que fueron aprovechadas como parapetos de la zona sureste del cerro.

Con el fin de adecuar el recinto del santuario a las exigencias modernas,se inauguró el 22 de febrero de 1931 la luz eléctrica en el recinto. Ésta fue donada por una devota anónima y estaba dotada de una maquinaria, instalada por la casa Ortega y Cia de Bilbao, que se encontraba dentro de un edículo situado en el lado nordeste del templo. Dicha máquina jugó un importante papel al principio del asedio ya que abasteció de fluido eléctrico la radio que desde el principio de la guerra tenían los sitiados y que les permitió estar en contacto con la zona nacional*. Debido a la creencia por parte de los milicianos que en él se encontraba el polvorín del campamento, fue uno de los puntos más castigados por la artillería miliciana desde los primeros días del asedio.

El 25 y 26 de mayo de 1936, se reunió en Madrid el consejo de la provincia trinitaria del Espíritu Santo para nombrar a los presidentes de las casas. Éste cambió la composición de la comunidad quedando constituida por los padres José María de Jesús, superior, Prudencio de la Cruz, Segundo de Santa Teresa, Fernando de la Resurrección, Juan de Jesús y María y el hermano Luciano.

Estos religiosos vivirán, a los pocos meses de ocupar su nuevo destino, los inicios de la guerra. De estos días tenemos el valioso testimonio del superior de la casa, el padre José María de Jesús, que sobrevivió a la guerra. Al iniciarse la sublevación militar, este bilbaíno de nacimiento se encontraba en Andújar junto al padre Segundo de Santa Teresa para acompañar a los padres Paúles en la fiesta de su fundador. Ese mismo día 19 lograron reunirse con la comunidad en el santuario poco antes de quedar controladas las salidas de la ciudad. El 21 del mismo mes tuvo noticias la comunidad trinitaria que los padres paúles habían sido expulsados de Andújar de forma violenta. Añade además en su testimonio «que los dirigentes rojos habían acordado dejar el santuario conforme estaba, ya que los padres trinitarios lo hacían bien con todos. Y añadían: ‑La Virgen está por encima de toda política y del comunismo».

No tardó mucho en abundar la desconfianza y según cuenta el mismo padre superior, el día 25 por la mañana llegó el maestro de obras en busca de su padre, pues en Andújar se oía que la aviación republicana pretendía bombardear al día siguiente el santuario. Esto hizo que el padre José María fuera a hablar hacia las tres de la tarde del mismo día con los escopeteros que se encontraban ya en la «Fuente Canina» vigilando los movimientos del cerro. 

El padre superior los invitó a hacer un minucioso registro del santuario para comprobar que los rumores difundidos de que se habían concentrado en el recinto fuerzas falangistas de la provincia, era solamente un bulo. Así lo hicieron aunque no quedaron tranquilos, por lo que al día siguiente comunicaron a la comunidad que debían abandonar el convento y trasladarse a Andújar. Esto fue llevado acabo el 28 de julio, el mismo día que llegaron a la ciudad las fuerzas del General Miaja para atacar y conquistar Córdoba. Después de consumir el Santísimo y cantar la Salve a la Virgen en compañía de algunos milicianos que habían subido para la evacuación la comunidad, se trasladaron a la ciudad, quedando el edificio precintado y las llaves depositadas en el Ayuntamiento.

Una vez en Andújar se dispuso que los seis religiosos se alojaran en las casas del Conde de la Quintería y del abogado Pacual Jiménez. Su nueva residencia duró poco ya que a las siete de la mañana del día 30 de julio la aviación nacional bombardeó por vez primera la ciudad y hacía las diez fueron trasladados a la cárcel municipal.

A la mañana del siguiente, alrededor de las once, en una de las «sacas» de presos, condujeron a los padres Prudencio y Segundo a una estrecha calle frente a la plaza de Marcos Criado, trinitario, donde les propinaron una ráfaga de disparos a quemarropa que les segó sus vidas.

El resto de la comunidad quedó en la cárcel hasta el 25 de octubre, fecha en que fueron llevados a la de Jaén. Allí optaron voluntariamente por escoger el departamento de los condenados a muerte, que era conocido por los presos como «Villacisneros», «para hacer compañía y animar a los que estaban ya como verdaderos santos y mártires de Jesucristo». El Tribunal Popular los condenó a veinte años de trabajos forzados. Sin embargo, como represalia a un bombardeo de la aviación nacional fue fusilado, en las inmediaciones del cementerio de Mancha Real, el padre Juan de Jesúsy María.
 

El proceso de beatificación de estos tres mártires se inició el año 1959. Después de la paralización durante el pontificado de Pablo VI con el fin de evitar su politización por parte del régimen del general Franco, se comenzó a instruir de nuevo con Juan Pablo II, siendo beatificados el 28 de octubre de 2007.


IR A PARTE II: EL FRACASO DEL ALZAMIENTO EN LA PROVINCIA DE JAEN 

FUENTE: ANTONIO EXTREMERA OLIVAN -BOLETIN DE ESTUDIOS GIENNEENSES Julio-Diciembre de 2010 Nº 202 paginas dela 25 a la 29 

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1 comentario:

  1. CUANTA CRUELDAD, QUE NO SE MENCIONA, POR NO SER DE EL OTRO BANDO QUE TANTO DEFIENDEN AHORA.
    UNOS POBRES FRAILES Y SACERDOTES QUE SOLO REZABAN.

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