viernes, 28 de marzo de 2014

EL TESORO DE LA VIRGEN DE LA CABEZA, UNA MIRADA A TRAVÉS DEL TIEMPO, PARTE II

Uno de los donantes más significativos, que contribuyó a incrementar el tesoro de la Virgen y el ajuar del santuario, fue el ya citado obispo Antonio de Brizuela y Salamanca. Don Antonio desempeñó las funciones episcopales inherentes a su nombramiento entre 1693 y enero de1708, año en que murió. Durante su mandato la Virgen de la Cabeza se benefició con una serie de encargos y donaciones de piezas de platería y joyería, con las cuales se engalanó no solamente la imagen mariana sino también su camarín. Estas donaciones fueron realizadas en su mayor parte durante los años del nuevo siglo y, las piezas donadas, encargadas algunas de ellas al platero Antonio Muñoz, al que identificamos con el platero Antonio Muñoz de la Villeta, y al platero Antonio de Guzmán, cabeza de una importante familia de plateros y autor del frontal de la Virgen de la Capilla en San Ildefonso de Jaén. Las piezas donadas por el obispo Brizuela fueron un trono para la Virgen, ubicado en el camarín; un par de vinajeras con platillo y cuchara de plata donadas en 1702; en el mismo año un relicario de plata sobredorado para el sagrario; un pectoral de plata sobredorado para capa pluvial; otro pectoral de oro con catorce rubíes; una custodia grande de bronce dorado; una diadema de rayos o ráfaga para la Virgen, y un jarro de pico de plata.

A las alhajas recibidas en donación a lo largo del tiempo hay que unir aquellas piezas de platería adquiridas por la cofradía de la Virgen de la Cabeza mediante el procedimiento del encargo directo a un platero. Estas obras estuvieron destinadas al servicio litúrgico del santuario y de la capilla existente en Andújar así como a la celebración de la procesión propiamente dicha. Precisamente a ésta ultima se encontraban asociadas las andas de plata realizadas por los plateros Sebastián de Córdoba y Rodrigo de León en 1582, una de las piezas más interesantes y significativas.

El patrimonio en oro, plata y joyas acumulado en el santuario de la Virgen de la Cabeza comenzaría a verse sensiblemente disminuido con la llegada del siglo XIX. Los acontecimientos políticos de las primeras décadas y los decretos gubernamentales del gobierno liberal después darían el golpe de gracia a unos bienes que, tan singularmente, caracterizaron las donaciones devotas de otros siglos. Pocos elementos pervivieron a la guerra de la Independencia y a la oleada desamortizadora, en particular el trono de plata del camarín de la Virgen, componiéndose en fechas posteriores un comedido patrimonio a juzgar por el inventario realizado en 1887.

Con posterioridad a estas fechas, y hasta el inicio de la Guerra, podría destacarse una nueva etapa caracterizada por una serie de iniciativas volcadas en sublimar a la Virgen de la Cabeza, estimulando el interés y la devoción hacia la imagen y su santuario. Ejemplo de ello, por su repercusión artística, serán los actos celebrados en 1909 con motivo de la declaración del patronazgo de la Virgen sobre Andújar por parte de Pío X y de la coronación canónica. Con motivo de estas celebraciones serán realizadas las coronas de oro de la Virgen y el Niño. La conmemoración del VII centenario de la aparición de la Virgen en el año 1927 será otro acontecimiento destacado mediante el cual se pondrá de relieve el intento por recuperar el auge devocional de otros tiempos. Gracias a los oportunos reportajes fotográficos realizados en dichas fechas ha llegado hasta nuestros días el testimonio de los elementos más notables que compusieron el ajuar de la imagen en el primer tercio del siglo XX.

El estallido de la Guerra Civil en 1936 pondría fin al patrimonio acumulado nuevamente y, en particular, ocasionaría la pérdida de sus elementos más significativos. Las coronas de la Virgen y el niño serían incautadas por el gobierno republicano con la finalidad de salvaguardarlas de su destrucción; oficialmente fueron trasladadas, como otros bienes patrimoniales de la diócesis, a Valencia donde quedaron depositadas. La realidad fue muy distinta y la operación desarrollada con posterioridad, con la finalidad de devolver sus bienes a las diócesis españolas, tras la conclusión de la contienda, no significó la vuelta de estas joyas.

Si la década de los años cuarenta significó la recuperación histórica e historicista del Santuario desde el punto de vista arquitectónico, la década de los cincuenta supondría el inicio para una nueva dotación de alhajas y de obras de platería para la Virgen y el santuario. De nuevo se produciría una convergencia entre devoción y engalanamiento artístico lo que explica la realización de las andas de plata donadas por Carmen Mármol, la realización del trono actual y del resplandor en los talleres Angulo de Lucena. Otros acontecimientos, como la declaración del patronazgo de la Virgen de la Cabeza sobre la diócesis de Jaén por Juan XXIII en 1959 y los actos de la coronación de la Virgen en 1960, supusieron la realización de nuevos elementos para su ajuar; concretamente las coronas diseñadas por Antonio González Orea y realizadas por el platero Manuel Aumente. Tras un lapso temporal de casi cincuenta años si algo queda claro es que la virgen de la Cabeza ha vuelto a recuperar el protagonismo del que los acontecimientos ajenos a la devoción popular la privaron en el pasado. Y ese protagonismo, como en otros tiempos, ha significado donaciones y un incremento de su ajuar en el que cabe destacar, como última adquisición, el juego de coronas diseñado por Pedro Palenciano y realizado por el platero Manuel Varela con motivo del año jubilar iniciado en el 2009.

Continuara...

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Fuente: María Soledad Lázaro Damas. Boletín del instituto de estudio Giennenses Julio-Diciembre de 2010 nº 202 paginas 103 y 104

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