A las alhajas recibidas en donación a lo largo del tiempo hay que unir aquellas piezas de platería adquiridas por la cofradía de la Virgen de la Cabeza mediante el procedimiento del encargo directo a un platero. Estas obras estuvieron destinadas al servicio litúrgico del santuario y de la capilla existente en Andújar así como a la celebración de la procesión propiamente dicha. Precisamente a ésta ultima se encontraban asociadas las andas de plata realizadas por los plateros Sebastián de Córdoba y Rodrigo de León en 1582, una de las piezas más interesantes y significativas.
El patrimonio en oro, plata y joyas acumulado en el santuario de la Virgen de la Cabeza comenzaría a verse sensiblemente disminuido con la llegada del siglo XIX. Los acontecimientos políticos de las primeras décadas y los decretos gubernamentales del gobierno liberal después darían el golpe de gracia a unos bienes que, tan singularmente, caracterizaron las donaciones devotas de otros siglos. Pocos elementos pervivieron a la guerra de la Independencia y a la oleada desamortizadora, en particular el trono de plata del camarín de la Virgen, componiéndose en fechas posteriores un comedido patrimonio a juzgar por el inventario realizado en 1887.
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El estallido de la Guerra Civil en 1936 pondría fin al patrimonio acumulado nuevamente y, en particular, ocasionaría la pérdida de sus elementos más significativos. Las coronas de la Virgen y el niño serían incautadas por el gobierno republicano con la finalidad de salvaguardarlas de su destrucción; oficialmente fueron trasladadas, como otros bienes patrimoniales de la diócesis, a Valencia donde quedaron depositadas. La realidad fue muy distinta y la operación desarrollada con posterioridad, con la finalidad de devolver sus bienes a las diócesis españolas, tras la conclusión de la contienda, no significó la vuelta de estas joyas.
Si la década de los años cuarenta significó la recuperación histórica e historicista del Santuario desde el punto de vista arquitectónico, la década de los cincuenta supondría el inicio para una nueva dotación de alhajas y de obras de platería para la Virgen y el santuario. De nuevo se produciría una convergencia entre devoción y engalanamiento artístico lo que explica la realización de las andas de plata donadas por Carmen Mármol, la realización del trono actual y del resplandor en los talleres Angulo de Lucena. Otros acontecimientos, como la declaración del patronazgo de la Virgen de la Cabeza sobre la diócesis de Jaén por Juan XXIII en 1959 y los actos de la coronación de la Virgen en 1960, supusieron la realización de nuevos elementos para su ajuar; concretamente las coronas diseñadas por Antonio González Orea y realizadas por el platero Manuel Aumente. Tras un lapso temporal de casi cincuenta años si algo queda claro es que la virgen de la Cabeza ha vuelto a recuperar el protagonismo del que los acontecimientos ajenos a la devoción popular la privaron en el pasado. Y ese protagonismo, como en otros tiempos, ha significado donaciones y un incremento de su ajuar en el que cabe destacar, como última adquisición, el juego de coronas diseñado por Pedro Palenciano y realizado por el platero Manuel Varela con motivo del año jubilar iniciado en el 2009.
Continuara...
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Fuente: María Soledad Lázaro Damas. Boletín del instituto de estudio Giennenses Julio-Diciembre de 2010 nº 202 paginas 103 y 104
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